HAMLET
De
W. Shakespeare
Acto
I
Varios soldados hacen guardia en la
explanada frente al Castillo de Elsinor, sede del
poder real de Dinamarca. De pronto ven un fantasma “vestido de punta en blanco” y armado de todas armas. Se asustan,
creen que es un efecto de la bruma pero el fenómeno se repite durante dos días.
Con ellos está Marcelo, el oficial a cargo. A la tercera noche Marcelo invita a
Horacio a acompañarle, pues sabe que es amigo de todas las confianzas del
príncipe Hamlet además de ser un estudiante universitario adelantado.
Como hombre estudiado, Horacio duda de que sea una “aparición”, piensa que
puede ser la neblina, pero el fantasma se presenta con la visera
levantada tal que distingue al viejo Rey Hamlet, muerto dos meses antes.
Horacio enmudece y se aterra pero acuciado por los guardias le habla, pero el
fantasma lo rehúye y no le contesta, insiste en hablarle, pero entonces canta
un gallo y el fantasma desaparece. Deciden informar al príncipe Hamlet de este
hecho inaudito.
Mientras tanto el nuevo rey,
Claudio, hermano del viejo Hamlet y tío del príncipe se ha casado con la viuda,
Gertrude, madre del príncipe, y ha tomado medidas de
gobierno: envía embajadores a otros estados y a petición de Laertes
(“un joven nobilísimo”, según dice Hamlet –acto v), le permite ir a
Francia a continuar sus estudios y hacerse un diestro espadachín.
Se da aquí el primer soliloquio de
Hamlet: Está sentidísimo con su madre, “quisiera que mi cuerpo se
desintegrara en lágrimas”, no puede explicarse que a los dos meses de
muerto el esposo - su padre - se haya casado con el cuñado, su tristeza es
inmensa: no concibe que con tanta premura su madre, a la que suponía virtuosa
haya subido a “un tálamo incestuoso”. Reflexiona: “Fragilidad,
tu nombre es mujer”, y para darse fuerza, se dice: “tente,
tente corazón, nervios no caduquéis”.
Antes de partir a Francia Laertes da a su hermana Ofelia unos consejos dignos de
leerse con cuidado. Ofelia y Laertes son hijos de
Polonio, un noble que es el Chambelán de Palacio y confidente del rey
mientras que ella es novia del príncipe Hamlet. Polonio está a disgusto con el
noviazgo de su hija con Hamlet y entre otros consejos sabios que le da, pone
énfasis en la diferencia de alcurnia que hay entre ella y Hamlet y le hace
prometer no tratarse más con el príncipe. Ofelia promete obedecer pero
queda desoladísima, pues ama al príncipe entrañablemente. También son muy
sabios los consejos que Polonio le da a su hijo cuando va a partir a Francia y
merecen leerse y meditarse.
Marcelo, Bernardo y Horacio van por
Hamlet para llevarlo a ver la aparición. A Hamlet le da mucho gusto ver a
Horacio, su compañero de estudios y amigo íntimo. En la explanada, al filo de
la media noche el fantasma se les presenta, el príncipe reconoce en él a su
padre, quien le hace señas para que lo siga: quiere hablarle a solas.
Los amigos tratan de disuadirlo, “algo huele a podrido en Dinamarca,
exclama Marcelo”, pero Hamlet sigue al fantasma de su padre y éste le
relata cómo fue asesinado por su hermano Claudio: Cuando reposaba en el
jardín, dormitando, se le acerca el asesino y vierte en su oído un veneno letal
que le ocasiona una especie de lepra que lo mata enseguida. Le pide a su hijo
que vengue ese crimen artero pero que no le haga nada a su madre (aunque
sospecha que desde antes lo traicionaba pues la tacha de sucumbir a la “lujuria”).
Hamlet regresa con sus amigos indignadísimo y trayendo ya en mente la forma de
vengarse: Se hará pasar por loco.
Hamlet pide a sus amigos que juren
que no harán ni dirán nada de lo que vean que haga, aunque les parezca extraño
y extravagante, añade que no les puede decir más, y les exige jurar sobre su
espada. De debajo de la tierra se oye la voz del fantasma: “Juren,
Juren”.
Los amigos juran y la visión
desaparece diciendo: “Adiós, adiós, acuérdate de mí”
¡Qué prodigios insólitos están
ocurriendo! exclama Horacio y Hamlet le contesta: “Hay
en el cielo y en la tierra, Horacio, más prodigios de los que tu ciencia
ha soñado”
Comentarios:
Entre los dichos -“ágrafa”- atribuidos a
Jesucristo por los padres de la Iglesia hay uno, citado por el padre
Macario, que dice: ¿Porqué se admiran de los prodigios?”
Y respecto a lo dicho por Hamlet padre
acerca de la manera en que fue asesinado, Joyce se pregunta que cómo pudo
saberlo si ya estaba muerto. Pero hay que recordar que Dumas padre puso en boca
de Caderousse: “Dicen que los muertos lo saben todo”.
Hay que tener en cuenta que el drama
se escribió a principios de16oo y que esas leyendas eran populares, como,
increíblemente, lo son ahora; añadiremos que Goethe, dos siglos más tarde, en 182 …, comentaba: “Estamos rodeados de una atmósfera de la cual
nada sabemos ni de lo que en ella se agita ni de las relaciones que tenga con nuestro
espíritu” y agregó: “Como ya lo dije, andamos a
tientas entre misterios y prodigios”
Acto II
Como tenía planeado, Hamlet empieza
a actuar deshilvanadamente, dando contestaciones fuera de contexto; inclusive a
Ofelia se le presenta como un loco, con las medias caídas y enrolladas (aunque
en una carta un poco rara, “para la hermoseada – beautyfied
- Ofelia” y quizá para que ella lea entre líneas, le compone un cuarteto muy
hermoso:
“Duda que las estrellas son fuego Doubt thou the
stars are fire
duda que se mueva el
sol
doubt that the sun doth
move
duda que la verdad sea mentira
doubt truth
to be liar
pero nunca dudes de mi amor” but never doubt I love)
Ofelia está muy desconcertada, lleva
la carta a su papá que se las lee a los reyes con quienes comenta la extraña
conducta de Hamlet. De acuerdo con ellos, Polonio decide espiarlo para tratar
de averiguar algo más, pues cree que ese comportamiento quizá se deba al desdén
de Ofelia - que siguiendo la orden de su papá trata de evitar su compañía - lo
sigue y lo encuentra leyendo. ¿Qué lees príncipe? le pregunta y Hamlet
evasivamente: “palabras, palabras, palabras”.
(Ofelia debe
ser una jovencita muy linda, ingenua y tierna y está muy enamorada de Hamlet,
quien también la quiere mucho. Por sus maneras, por su candor, creo que no debe
ser mayor de 17 años. AGR)
Los reyes sospechan algo y tratan de
averiguarlo. Mandan venir a dos condiscípulos de Hamlet: Rosenkranz
y Guildenstern para que veladamente y puesto que son
de su confianza les diga la verdad acerca de su comportamiento. Hamlet
comprende que a lo que van es a sonsacarle y les intima a que le digan que los
mandan los reyes a espiarlo, que lo confiesen para que no caigan en mentiras. Y
les recuerda que “No hay nada bueno ni malo si el pensamiento no lo hace
tal”. Aquellos admiten el hecho y aprovechan para
decirle que han traído a una compañía de teatro. Platica
Hamlet con los comediantes y ordena a Polonio que les dé buen
trato, a lo que éste contesta que así lo hará: “que les dará lo que
merecen”. Dadles más responde Hamlet “pues si dierais a cada uno lo que se merece
¿quién escaparía de una paliza?”
Al final de este acto se da el
segundo monólogo de Hamlet, quizás el más importante para explicarse el
ulterior desarrollo del drama. El príncipe se dice a sí mismo que sería un
cobarde, un vil, si no hace justicia, pero duda, pues según piensa, la “aparición”
puede ser un engaño del diablo. Recuerda a la compañía de teatro y se le ocurre
hacer una representación disimulada del asesinato de su padre y observar la
reacción de Claudio, con lo que cree que saldrá de dudas. Se pone de acuerdo
con los actores acerca de los parlamentos y queda lista la representación.*
Invita a Horacio y lo alerta para
que también esté atento durante la función y examine la reacción de Claudio.
*Agregado: Cuando le presentan a los comediantes,
Hamlet se anima, se entusiasma – no en balde es un hombre culto – y empieza un
diálogo con ellos y les pide representar algo.
“¿Qué trozo queréis señor? Le pregunta un cómico y después de pensar Hamlet
empieza con este verso: El feroz Pirro, aquél cuyas sables armas, negras como
su intento, semejaban la noche cuando yacía tendido en el fatal corcel, muestra
ahora su horrenda y tenebrosa figura manchada de un blasón aún más fatídico. De
pies a cabeza todo él es gules; teñido horriblemente con sangre de padres,
madres, hijas e hijos, tostada y endurecida por las hogueras de las calles
incendiadas, que difunden una salvaje y diabólica luz a la matanza de su señor.
Ardiendo en cólera y fuego y así embadurnado de sangre coagulada, con unos ojos
como carbúnculos, el infernal Pirro, corre en busca del anciano Príamo… Y continúa pidiendo al cómico que prosiga;
este prosigue la recitación del trozo y lo hace tan bien que a Hamlet se le
ocurre representar la muerte de su padre, como tenemos dicho.*
*El trozo se refiere
a la destrucción de Troya y a la muerte de Príamo a manos de Pirro y es de un
dramatismo y de una expresividad y belleza
aterradora. No lo incluimos completo para no alargar demasiado el relato, Pero lo reproduzco al final, para
quien quiera leerla completo
Acto III
A pesar de estar
decidido a vengar a su padre, Hamlet duda, se pregunta acerca del fin del ser
humano y se produce así el más famoso monólogo: “Ser o no ser . . . ”.
Pero la presencia
de Ofelia enviada por su padre y los reyes, lo saca de su ensimismamiento.**
Va a empezar la obra, los reyes y
otros invitados ya están sentados y la reina invita a Hamlet a sentarse a su
lado, pero él prefiere hacerlo a los pies de Ofelia y dice: “que
mejor lugar para descansar la cabeza que entre las piernas
de una muchacha”, aclarando que lo dice sin intención obscena. (Observación innecesaria que hace la frase
equívoca. AGR)
** Sobre el monólogo de Hamlet
(James Joyce, Ulysses, IX)
Ese estudiante
modelo, dijo Stephen, encontraría las meditaciones de Hamlet sobre el futuro de
su alma principesca, el improbable, insignificante y poco dramático
monólogo, tan superficiales como las de Platón.
¿Sugiere Joyce que el famoso monólogo (el del acto 3) es
superficial y que no viene al caso en el asunto de la tragedia?, porque el
monólogo del final del acto 2, en donde Hamlet duda y al final se decide a dar
muerte a su tío, pues de no hacerlo, se dice él mismo, sería un vil y un
abyecto, sí es muy importante para el posterior desarrollo de la trama.
En
el original en inglés, leemos:
--That
model schoolboy, Stephen said, would find Hamlet's musings about the afterlife
of his princely soul, the improbable, insignificant and undramatic
monologue, as shallow as Plato's.
Da inicio la representación y a una señal convenida, los actores
empiezan a interpretar la muerte de Gonzago: vierten
la pócima mortal en su oído mientras duerme; la acción del “veneno” es
fulminante y “Gonzago” muere rápidamente. La reacción de Claudio es inmediata,
se demuda y sale apresurado de la sala, seguido de Polonio y de Gertrude. Todos tres sospechan que Hamlet sabe y trama algo
y deciden enviarlo a Inglaterra.
Gertrude, que había pedido al príncipe que la
vaya a ver a su aposento se adelanta acompañada de
Polonio quien la sigue y se esconde tras un tapiz de la estancia, para oír lo
que Hamlet va a decir a su madre. El
rey, redargüido de su conciencia, arrepentido y con la mente llena de negros
presagios se mete a su capilla a orar y pedir perdón a Dios. Pasa Hamlet de
camino a los aposentos de su madre y ve a su tío hincado; es la hora de
matarlo, pues la crisis que Claudio sufrió durante la representación lo ha
convencido de su culpabilidad. Pero al verlo orar y pedir perdón; ya sea que su
odio es enorme o que su personalidad es indecisa, decide no matarlo en ese
momento “porque así le aseguro la gloria, y eso sería premio, que no venganza”
Llega al aposento de la reina, donde se encuentra escondido tras
un tapiz Polonio y tiene lugar una discusión muy acerba entre madre e hijo. Le
reclama la reina su comportamiento con su “padre” y Hamlet se desahoga en forma
agresiva y también le reclama su conducta hacia su verdadero padre y en un momento llega a ejercer
violencia física contra ella. Pide socorro la reina, Polonio se asusta y grita
pidiendo auxilio. ¡Cómo, exclama Hamlet,
aquí hay un ratón!, desenvaina su espada y presa del odio y la ira, mata a
Polonio. Se presenta el fantasma de Hamlet-padre y cambia palabras de
agradecimiento con su hijo, por haber cumplido su palabra. Como la reina no
puede ver ni oír a la aparición y oye hablar a su hijo aparentemente solo, cree
que está loco de remate. Hamlet arrastra el cuerpo de Polonio a un cuarto
contiguo.
Termina el acto
Acto IV
La reina
le informa al rey de la muerte de Polonio. Éste manda a buscar a Hamlet para
que les diga en donde escondió el cuerpo. Hamlet les dice en forma sarcástica
que se encuentra en un banquete, pero que no es el invitado sino las viandas a
comer y agrega, irrespetuosamente, que los comensales son los gusanos.
La reina
cree que su hijo está loco y de acuerdo con Claudio deciden enviarlo a
Inglaterra esa misma noche. Piden a Guildestern y Rosenkranz que acompañen al príncipe y que entreguen una
carta de recomendación al rey de Inglaterra, que es su súbdito, en donde le
pide matar a Hamlet.
Ofelia va
al castillo pidiendo ver a la reina quien no quiere verla, el caballero le dice
que ella insiste, que está en realidad perturbada. La hace entrar y Ofelia
entra cantando versos incoherentes, bellos, pero fuera de contexto e
incomprensibles. Piden que alguien la siga y la vigilen pues su comportamiento
es de una persona enajenada.
Laertes al saber la muerte de su
padre, regresa de Francia furioso y quiere que le “regresen” a su padre, lleva
con él una gran cantidad de personas que lo apoyan, llega incluso a intentar el
destronamiento del rey. El rey lo convence que es Hamlet el culpable y le pide
que se unan para castigarlo.
Vuelve
Ofelia ahora adornada con flores y hierbas silvestres. Ha perdido la razón por
completo, al verla Laertes se conduele profundamente.
Cambia la escena.
Hamlet ha escrito a Horacio una carta adelantándole importantes noticias de lo
que le sucedió en el viaje de su destierro a Inglaterra. Le pide que vaya por
él al lugar adónde lo desembarcarán sus captores. Le relata su apresamiento por
unos piratas (que lo han tratado muy bien, pues sabían quién era) y le promete
noticias muy importantes para cuando se encuentren*; le ha mandado cartas a
Claudio pidiéndole audiencia, éste se sorprende pues lo supone muerto en
Inglaterra y cree que se trata de una estratagema. ¿Habrán vuelto él y todos
los demás? Se pregunta. Laertes pide que identifique la letra y el rey le dice que
es de Hamlet. Se convencen de que no ha muerto y temen que trate de hacer algo
en su contra; de inmediato planean su muerte: harán que se batan a espada Laertes y Hamlet y aun cuando éste es muy diestro en el
manejo, para asegurar la muerte del príncipe, envenenarán la punta de su
florete; en ese momento entra la reina y les anuncia la muerte de Ofelia: Tu hermana
se ha ahogado, Laertes. Y la reina prosigue: (cita textual)
“Inclinado a orillas de un
arroyo, elévase
un sauce, que refleja su plateado follaje en las ondas cristalinas. Allí
se dirigió, adornada con caprichosas guirnaldas de ranúnculos, ortigas,
velloritas y esas largas flores purpúreas a las cuales nuestros licenciosos
pastores dan un nombre grosero, pero que nuestras castas doncellas llaman dedos
de difuntos. Allí trepaba por el pendiente ramaje para colgar su corona
silvestre, cuando una pérfida rama se desgajó, y, junto con sus agrestes
adornos, vino a caer en el gimiente arroyo. A su alrededor se extendieron sus
ropas, y, como una náyade, la sostuvieron a flote durante un breve rato.
Mientras, cantaba estrofas de antiguas tonadas, como inconsciente de su propia
desgracia, o como una criatura dotada por la naturaleza para vivir en el propio
elemento. Más no podía esto prolongarse mucho, y los vestidos cargados con el
peso de su bebida, arrastraron pronto a la infeliz a una muerte cenagosa en
medio de sus dulces cantos.
La conmovedora escena anterior ha
dado lugar a hermosas pinturas; una de las más bellas se debe a Millais, que a continuación reproducimos:
“En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio;
flota muy lentamente . . . recostada en sus velos.”
(Rimbaud)
Laertes, después de oír el relato de
la reina, muy furioso jura vengarse. Termina el acto.
*Le explicará el
sórdido asunto de la carta y como la cambió él, para que los muertos sean Guildestern y Rozencranz.
.
Acto V
Antes de ver al rey, Hamlet acompañado de Horacio pasea por las
afueras de la población y llega al cementerio, en donde los sepultureros están
cavando una tumba. Se produce un diálogo entre los bufones o sepultureros; en
el que comentan irónicamente que a quien se va a sepultar debe ser de la
nobleza y que, por eso, aunque suicida, se le permite ser sepultada
cristianamente. Hamlet se acerca en el momento en que sacan de la fosa una
calavera, sale a luz que dicha calavera es de Yorick
y que según el sepulturero lleva enterrada 23 años. Toma la calavera Hamlet y
reflexiona sobre el significado de la vida, y comenta con Horacio sobre el
proceso de cómo se desenvuelve ésta. Dice: Alejandro murió, fue enterrado, hízose polvo, el polvo tierra, la tierra se hace barro y
este podría servir para tapar un barril de cerveza. Una reflexión similar hace
sobre el magno César, que tuvo en un puño al mundo y que ahora sus cenizas
podrían tapar la rendija de una pared. ¿Qué
pues es la vida? (AGR)
Llega la procesión fúnebre y Hamlet y Horacio se retiran para
ver sin ser observados. Laertes discute con el
sacerdote, pues este no puede darle los ritos completos de aquellos que mueren
en el Señor. Laertes enojado, increpa al sacerdote y
le dice que su hermana será un Ángel del cielo. ¡Cómo! Exclama Hamlet, ¿la
hermosa Ofelia ha muerto? y ante el gesto de Laertes
de saltar a la tumba, abrazar a su hermana y expresar su dolor y su ira contra
el asesino, Hamlet, celoso y furioso se lanza contra Laertes,
lo increpa y le dice que ni cuarenta mil hermanos podrían
sobrepujar su amor por Ofelia. Riñen con
verdadero odio y se retan, pero en ese momento los separan.
A través de Osric, un noble mandado
por el rey, el duelo se formaliza: Se
llevará a cabo en palacio en presencia de la corte con floretes protegidos, es
decir: no es un duelo a muerte sino una justa.
Previamente Claudio se había puesto de acuerdo con Laertes, - que en Francia se perfeccionó en el arte de
esgrimir - para quitar la protección de
su florete y envenenar la punta con un veneno letal, que con un solo rasguño le
ocasionaría la muerte al príncipe. Para
mayor seguridad, una de las copas de vino con las que se refrescarían los
contendientes, la de Hamlet, también la envenenarán.
Antes de la justa, Hamlet pide perdón a Laertes
por las muertes de Polonio y Ofelia y éste acepta la disculpa.
Durante el desarrollo del duelo se producen varios incidentes no
previstos por los conjurados, que llevan al desenlace del drama. En un momento
del encuentro, Gertrude
toma de la copa envenenada y muere. Laertes y Claudio mueren a manos de Hamlet y éste, tocado
por le punta del florete envenenado de Laertes, muere
en brazos de Horacio. Adiós amado príncipe le dice a
manera de despedida el fiel amigo y Hamlet al morir exclama: (The rest is silence)
lo que sigue es el silencio.
(Esta última frase da la idea, de que al
final, Hamlet acepta que después de la muerte no hay nada. AGR)
Acerca de la
personalidad de Hamlet. (AGR)
¿Qué pudiéramos
decir de su personalidad?
Debe tener Hamlet
en el momento de la tragedia treinta años (Acto V), lo que significa
que es un hombre completo y maduro, a lo que debemos agregar que educado,
inteligente y con estudios superiores, está, pues, en plenitud de sus
facultades. ¿Por qué no heredó el trono de su padre? No lo sé, pues según las
costumbres de la época, él sería el heredero natural del reino.
La tragedia es una
mezcla de la de Edipo y la de Orestes: Así lo hacen entrever el celo de ver a
su madre casada con el hermano y asesino de su padre y la necesidad
psicológica de vengar esa afrenta. La presencia del fantasma del viejo Hamlet
parece ser sólo un recurso escenográfico.
La violentísima
escena con su madre, que conduce a la muerte de Polonio, y que en nada conmueve
a Hamlet, es una indicación de su estado de ánimo: Una sed de venganza
incontrolable, de odio obsesivo, morboso; pues aunque Polonio es un sirviente
adulador y servil del nuevo rey, eso no lo hace merecedor de ser asesinado y
menos si consideramos que es el padre de Ofelia, su amada. Verdad es que quizás
Hamlet creyó que asesinaba a su tío, a Claudio, el usurpador del trono, asesino
de su padre y amante de su madre.
¿Qué diremos de su
amor por Ofelia? Es algo inexplicable. ¿Un hombre joven, pero maduro, es capaz
de sentir un amor apasionado y juvenil por una doncella de 16 o 18 años, ingenua y hermosa? Shakespeare no nos lo hace sentir
así. En efecto, en el acto V, en el entierro de Ofelia, aunque dice Hamlet que
la quiere más que “cuarenta mil hermanos”, se trasluce que más lo domina
su odio, su ira contra Laertes, el hermano de Ofelia,
que la tristeza y el dolor por la muerte de su amada.
Vale más para él,
el odio que el amor.
En resumen ¿cuál es
pues, la personalidad de Hamlet?
¿Es un hombre
dubitativo (actoIII *),
vengativo, astuto y calculador, pero al final resuelto y valiente?
O quizás
Shakespeare debe haber pensado que Hamlet, él mismo y todos nosotros no
escapamos a una esclavitud, que según creo, la debemos a nuestra herencia y a
las hormonas.
Al respecto,
nuestra Pita Amor en un soneto perfecto dijo:
“nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto”
Concluyo que es una
personalidad indescifrable, contradictoria, pues aunque es educado e
instruido, la templanza y la serenidad que predica Sócrates, y que él debe
conocer por sus estudios universitarios, no la practica,
sino al contrario: lo domina el odio y la sed de venganza. Verdad es que la
personalidad de Hamlet debe mucho a la imaginación poética de Shakespeare; debe
ser pues, una combinación de ambas: la leyenda y la fantasía del autor.
*El famoso monólogo, más que
una duda, es la afirmación de que es mejor la vida, con sus dolores y odios,
pero real y vívida; que el ilusorio descanso de la muerte.
“En las
aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lirio.
Flota lentamente … recostada en sus velos.”
(Rimbaud)
Américo
García Rodríguez, México 2005
*He aquí el complemento:
A petición de Hamlet
el cómico prosigue:
“Al instante le encuentra asestando a los griegos
débiles golpes; su vieja espada, rebelde al brazo, queda inerte allí donde cae,
desobediente al mandato. ¡En desigual contienda, arrójase
Pirro sobre Príamo; ciego de rabia, hiere inútilmente; pero al solo zumbido de
su cruel acero, cae redondo por tierra el enervado anciano! ¡Entonces, la
insensible Ilión, como si la conmoviera este golpe, dobla sobre sus cimientos
las llameantes almenas y techumbres, y se desploma con tan horrible estrépito,
que embarga el oído de Pirro!¡Porque ved¡, su espada, que ya caía sobre la
láctea cabeza del venerable Príamo, parece estar clavada en el aire! Así, como
la imagen de un tirano, permanece Pirro, y cual si se hallara indiferente a su
intención y a su tarea, se mantiene quieto. Pero de igual modo que vemos con
frecuencia, antes de la tempestad que reina en el cielo, una calma silenciosa,
las densas nubes permanecen inmóviles, los raudos aquilones sin voz, y abajo la
tierra, muda como la muerte, cuando de pronto estalla el espantoso trueno
rasgando la región del aire, así también, tras la pausa de Pirro, despierta en
él de nuevo la venganza e impúlsale a la acción. ¡Y jamás cayeron más
despiadadamente los martillos de los cíclopes sobre la armadura de Marte,
forjada a prueba eterna, como la sangrienta espada de Pirro cae ahora sobre
Príamo! ¡Aparta, aparta tú, Fortuna, meretriz! ¡Vosotros todos, dioses en
general cabildo congregados, arrebatadle su poder, romped todos los rayos y
pinas de su rueda, y despeñad por la montaña del cielo, el redondo cubo, para
que vaya a hundirse en el abismo de los demonios! ”